2.10.06

De Argentina...


La violencia es una constante en la vida cotidiana actual. Las tensiones generadas por la pobreza, el desempleo, la disminución continua del nivel de ingreso, el desmejoramiento de la calidad de vida, la pérdida de derechos sociales históricamente logrados, la dificultad de pensar perspectivas y horizontes futuros realizables, el aumento de la delincuencia, las condiciones de promiscuidad en que muchas familias viven, las falta de condiciones mínimas de protección y seguridad, las dificultades para asegurar una subsistencia digna (empleo, salud, educación), la pérdida de espacio de instituciones sociales asistenciales y protectoras. Las grandes contradicciones entre lo dicho y lo hecho, la perdida de confianza en los mecanismos de ascenso social. La separación cada vez más acentuada entre ricos y pobres y con ella la discriminación y el aumento de la desigualdad.
Esta realidad en la que se vive es en sí violenta y violentadota.
En un asentamiento, una villa, el padre queda desocupado. Ocurre que el jefe de familia que estaba definido por su trabajo al quedar desocupado pierde su identidad, su autoestima. Donde hubo dignidad ingresa la miseria; la miseria produce estragos en los vínculos familiares; ingresa el alcohol, el maltrato, entonces el chico empieza a emigrar a la calle. Y los pibes no es que sean pobres solamente, sino que están excluidos de todo tipo de lazo social.
"Era él o yo", pensó Rubén cuando supo que si no mataba a quien le apuntaba, moriría. Y los dos tenían 14 años” […]. (Del libro “Los pibes del fondo” de Patricia Rojas).

No hay comentarios.: